Conciencia o supervivencia

Cómo responde el cuerpo ante una amenaza

Olga Lava Mares
Kinesióloga y Formadora de Terapeutas

Utilizamos dos sistemas. Uno de ellos pone en marcha la protección contra amenazas externas, el eje HHA (hipotalámico – hipofisario – adrenal). Cuando no existen peligros este sistema permanece inactivo y el crecimiento florece. Sin embargo, cuando el hipotálamo percibe una amenaza en el entorno, ya que recibe y reconoce las señales medioambientales, se activa el eje HHA enviando una señal a la glándula maestra, la hipófisis, que es la encargada de poner en funcionamiento los órganos corporales. Y ésta a su vez envía una señal a las glándulas suprarrenales para informar de la necesidad de una respuesta de “lucha o huida”.  A partir de ahí las hormonas del estrés son liberadas en los vasos sanguíneos y constriñen las paredes del aparato digestivo obligando a la sangre cargada de nutrientes a dirigirse hacia brazos y piernas, para reaccionar ante una emergencia.

Antes de que todo este proceso se desencadene, la sangre está concentrada en las vísceras donde se llevan a cabo las funciones como la digestión, absorción, excreción y otras que incrementan el crecimiento celular y la producción de reservas energéticas corporales. Así pues, la respuesta de alerta ante una amenaza inhibe los procesos de crecimiento y arriesga la supervivencia del organismo al impedir la producción de las reservas de energía vitales.

El segundo sistema de protección corporal es el sistema inmunitario. Nos protege ante otras amenazas como las causadas por bacterias y virus. La activación de este sistema supone un enorme gasto de las reservas de energía del organismo. Para hacerte una idea, piensa simplemente en lo débil que te sientes cuando tu cuerpo está luchando contra cualquier infección como una gripe o un resfriado.

Cuando se activa el eje HHA, las hormonas secretadas por las glándulas suprarrenales suprimen por completo la actuación del sistema inmunitario para conservar las reservas de energía. Imagina que estás en cama recuperándote de una gripe y en tu casa se produce un incendio, evidentemente tu cuerpo entiende que no sirve de nada curarte la gripe si vas a morir en el incendio, por lo tanto la prioridad será emplear toda tu energía en salir corriendo. Durante ese proceso también se inhibe nuestra capacidad de pensar con claridad porque las hormonas del estrés frenan la actividad del cerebro anterior y la corteza prefrontal, que es el centro del pensamiento consciente y creativo. Por eso lo que sucede ante una situación de estrés es una reacción como respuesta de supervivencia en vez de una respuesta consciente e inteligente.

Al hablar de estrés hay que tener en cuenta que una pequeña dosis es un estímulo que nos viene bien y nos da la chispa para actuar en muchas ocasiones, pero cuando el estrés es algo continuo en nuestras vidas y mantenido en el tiempo puede generar serios problemas, afectando al sistema neuroendocrino y al sistema inmunitario. Una buena herramienta para regular estos desequilibrios y recuperar la salud es la Kinesiología pues con ella se libera todo el estrés perjudicial que está afectando a la persona, ya sea causado por algo emocional, químico, energético o estructural. Por un lado se equilibran todos los efectos desencadenados a nivel endocrino, hormonal, de órganos. Y por otro lado, la persona obtendrá más claridad y conciencia acerca de lo que le pasa. Esta combinación propicia que hayan muchos más recursos energéticos disponibles para enfrentarse y cambiar cualquier situación que esté causando el problema.

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