La madre, el origen

Sanando vínculos a través de las Constelaciones Familiares

Carmen Mª Martí Insa, María Nurkanovic Egea

En Constelaciones Familiares hay dos grandes pilares que nos sostienen y permiten estar en la vida con fuerza: la madre y el padre. Nuestra vida es gracias a ambos. A través de nosotros, su unión se hace visible al mundo y también permanece. Incluso aunque después como pareja se separen, ellos seguirán unidos en nosotros ya que “la mitad de mí gracias a mi madre y la otra mitad gracias a mi padre”. Me gusten o no, los acepte bien o no. La verdad es que “mi vida es gracias a la unión de ambos”.

Posteriormente, cada uno de ellos me aportará unas cosas, tanto a nivel físico como emocional o energético. En este artículo comenzamos por el principio, comenzamos por la madre.

La madre es el origen, quien sostiene y alberga la fuerza de una nueva vida dentro de ella. Su mundo, nuestro mundo. Desde muy temprana edad, los conceptos de madre y vida permanecen unidos en nosotros. La huella que mi madre y mi relación con ella deja en mí me marca para el resto de mi vida. Así, si la relación con mi madre es buena y yo puedo tomar lo que ella me da, mi vida será fácil, exitosa. Si por el contrario, mis exigencias y reproches, o quizás las circunstancias, hicieron que yo tuviera una separación temprana de mi madre, o que no pueda tomar lo que ella me ofrece, mi vida será más difícil y complicada.

Pero la madre no solamente representa la vida. Ella fue nuestro mundo durante nuestros primeros meses de vida. Nos dio su calor, alimento, seguridad y amor. Antes de nacer, ya teníamos establecido un vínculo con ella. Después de nacer, ella siguió siendo nuestra unión con el mundo, y la relación más importante en nuestros primeros años de vida.
Al sanar y mejorar la relación con nuestra madre, mejoramos también muchos otros aspectos de nuestra vida: las relaciones en general, y con la pareja e hijos de manera particular, la profesión, la abundancia, el éxito, el dinero, la salud, nuestra relación con la comida, etcétera.

Muchas personas se preguntan “¿y cómo puedo tomar a mi madre y tener una buena relación con ella con todo lo que me hizo?, ¿con todo lo que no me dio?”. A veces exigimos o pedimos a nuestras madres (y a nuestros padres) que sean “como Dios”, que satisfagan todas nuestras necesidades y olvidamos que son mujeres normales y corrientes, con sus traumas, dificultades y aprendizajes, como nosotros. Ellas también tuvieron carencias. Tal vez ellas fueron niñas no atendidas, en épocas aún más difíciles que la nuestra. No se trata de justificar ni juzgar a nadie, ya que cada uno tiene una situación. Pero si soy capaz de valorar y de tomar de mi madre todo aquello positivo que ella me dé, mi vida se enriquecerá en gran manera.

Así que os invitamos a realizar un ejercicio para reconectar con vuestra madre. Es un sencillo ejercicio de Bert Hellinger que muestra a qué distancia estamos interiormente de nuestra madre, y nos permite avanzar en nuestra conexión con ella.

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Cerramos los ojos e imaginamos que nuestra madre se encuentra a unos diez pasos de distancia. La miramos a los ojos y conectamos visualmente con ella (si nuestra madre ya falleció, realizamos el ejercicio igualmente, imaginándola). La imaginamos mirándonos con amor, y avanzamos paso a paso hacia ella, muy lentamente, sin perder el contacto visual. Un paso, otro paso…, vemos hasta dónde podemos avanzar.

Puede que durante el camino surjan enfados, reproches, imágenes negativas del pasado, de aquello que me hizo o que no me dio. Puede que me quede parado y no sea capaz de dar un paso más, pero ahora soy adulto/a, y tengo la capacidad y la voluntad de seguir hacia adelante, y superar esas dificultades que en su día no pude superar. Lo que ella me dé ha de ser suficiente para mí. Lo que no encuentre en ella, lo buscaré en la vida.

Y voy avanzando. Quizá puedo llegar hasta ella, abrazarla y tomar todo lo que ella me da. Quizá no llego y me quedo en el paso 4, en el 6. No importa, no me voy a juzgar. Si me quedo por ejemplo en el paso 6, soy consciente de que tengo un camino avanzado, aunque todavía he de trabajar un poco más en mi unión hacia ella.

Este sencillo ejercicio no solamente nos muestra en qué punto de nuestra relación con ella estamos, sino que también pone en marcha un movimiento hacia ella. Todo movimiento interior pone en marcha un movimiento exterior.

En Constelaciones Familiares realizamos constelaciones y ejercicios como este que hemos mostrado. Las Constelaciones Familiares son una potente herramienta de sanación, en la que a un nivel muy profundo podemos reconectar aquello que se desconectó, o sanar aquello que enfermó, desde el agradecimiento y con amor. Sus resultados son profundos y con muchos beneficios para nuestra vida y la de quienes nos rodean.

El trabajo de Constelaciones Familiares se puede desarrollar en grupo, donde se participa y aprende tanto de la propia constelación como de las de otros asistentes (la fuerza y acompañamiento del grupo es siempre positiva para todos). O en sesión individual, donde se acompaña a aquellas personas que quieren profundizar en su proceso de desarrollo personal y toma de conciencia, de una manera más personalizada.

Carmen Mª Martí Insa y María Nurkanovic Egea imparten el curso de facilitador de Constelaciones Familiares en Valencia en el Instituto Valenciano de Terapias Naturales.



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