Animal de poder

“Un niño de once años puede aprenderlo todo sobre los tigres, pero solo un crío de cinco puede ser uno”. Matando monstruos, Gerard Jones.

Martín Ribes.
Terapeuta chamánico y transpersonal, formador en Chamanismo Práctico

Los chamanes consideran que su capacidad de sanar o acompañar a otros en sus procesos de transformación les viene de las fuerzas elementales con las que son capaces de interactuar como son los animales, las plantas, los minerales, el sol y las energías básicas del Universo.

Todos tenemos uno o varios animales de poder y el contacto con tu aliado y/o guía es para siempre. Podemos decir que, al igual que los arquetipos, los animales de poder son fuerzas psíquicas con conciencia propia que están vinculadas a nosotros de por vida y que cumplen las funciones de guía, mentor y protector en las dos realidades, la ordinaria (el Tonal) y la no ordinaria (el Nagual). Podemos comunicarnos con él o ella por medio del viaje chamánico o si estamos atentos y ponemos la intención, escuchando en silencio.

La naturaleza de nuestro animal de poder va a depender de nuestra propia esencia. Representa nuestro alter ego en la realidad no ordinaria. Su propósito es el de mantenernos cerca de la Fuente, de nuestro propósito en la vida y de nuestra verdad. Si nos desvinculamos de él o ella enfermamos, nos deprimimos, nos perdemos y nos olvidamos de quién somos. El primer trabajo que se realiza en Terapia Chamánica cuando alguien está muy débil y ha perdido su poder es el de recuperar su nagual para restablecer su poder físico, psicológico y espiritual. Será el propio animal de poder el que nos comunique telepáticamente en visión qué le hizo desconectarse y qué debe hacer para que no vuelva a suceder.

La experiencia de conectar por primera vez con nuestro animal de poder es inolvidable. He tenido el privilegio de atestiguar numerosos primeros encuentros de esta naturaleza y en la mayoría de las ocasiones el principiante experimenta un emocionante anhelo profundo al reencontrarse con algo de lo que se habían olvidado y que le estaba esperando con paciencia y profunda alegría.

A medida que nos vamos adentrando con mayor asiduidad en los mundos sutiles nuestro animal de poder se va integrando cada vez más en nosotros. Puede que en algún instante, en un viaje chamánico, tu animal de poder se funda contigo y te experimentes como él o ella. Quizás veas que de tus brazos empiecen a crecer plumas que te ayudarán a alzar el vuelo y a elevarte cual águila, o que tus piernas se tornen patas de felino y convertido en un jaguar corras con gran potencia por la selva amazónica. Esta fusión es considerada sagrada en la mayoría de las culturas chamánicas.

En nuestra mitología occidental también nos encontramos con numerosas deidades que representan la unidad entre el hombre y el mundo animal como el antílope, el centauro o el fauno. En los tiempos previos a la llegada del cristianismo y la inquisición los considerados brujos, magos y hechiceros mantenían la creencia en la posibilidad de metamorfosearse con el reino animal. Según los textos clásicos, se creía que las hechiceras tenían la capacidad de transformarse en animales, que podían volar de noche y que practicaban magia tanto para beneficio propio como por encargo de terceras personas.

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Se dice que nuestro animal de poder nos acompaña desde el día en que nacemos y que conoce nuestro camino y propósito en la vida. Por ello es interesante que el niño, ya desde una temprana edad, entre en contacto con su nagual. Es un regalo presenciar la naturalidad con la que un niño puede acoger y dialogar con su nagual. Este enlace permanente le aportará una vida consciente y le ayudará a manejarse con mayor fluidez en los tiempos de crisis personal.

Es posible que a medida que vamos evolucionando y creciendo se incorpore un nuevo animal de poder o que éste se transforme. Sucede también que en periodos de nuestra vida necesitemos que ciertos animales nos acompañen. Si nos encontramos en una fase en la que emprendemos un nuevo proyecto quizás se requiera la fuerza y la determinación de un toro y la fe de una paloma. Así, en una visión chamánica nos podemos fundir con estos animales, o bien sea el terapeuta chamánico el que, en su viaje a los mundos invisibles, recoja estas fuerzas psíquicas y las “sople” en nuestro campo energético.

Un buen ejercicio para unificarnos con nuestro nagual es el de imitarlo, pintarnos asemejando su pelaje, movernos como él, danzar y emitir sus sonidos y sentirlo en el interior. Permitir que la gente águila, la gente oso o la gente lobo… formen parte de nuestra experiencia vital.

Así que, como dice Oscar Espadero, empecemos el año nagualeando, que viene del verbo nagualear: “Dícese de los que pasean alegres por el lado mágico de la vida”.
Feliz Senda, ¡Ahó!

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